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Cuando abordamos el concepto de portafolio, es común que nuestra mente lo asocie al gobierno de proyectos en una organización. Sin embargo, en la era de la agilidad, surge la pregunta de si este gobierno debería ser idéntico para proyectos tradicionales, caracterizados por procesos rígidos y requisitos fijos de tiempo, costo y alcance. Recordemos que uno de los principios fundamentales de la agilidad es «responder al cambio en lugar de seguir un plan», un concepto que puede ser doloroso para algunos, pero que comienza con un cambio de mentalidad. Ahora, aclaremos qué implica este cambio.

Tercer Punto: Es esencial evitar la combinación de métodos. He presenciado situaciones en las que organizaciones intentan aplicar enfoques ágiles a proyectos tradicionales, lo que ha resultado en pérdidas significativas. Esto se debe a que se comprometen a cumplir con un presupuesto, plazo y alcance fijos, sin realizar un análisis adecuado de lo que se debe abordar bajo un enfoque ágil. En consecuencia, el proyecto está condenado al fracaso y acarrea pérdidas. La recomendación aquí es tener claridad sobre cuándo aplicar enfoques ágiles o tradicionales y contar con el entorno adecuado para cada uno. Cuarto Punto: Evitar que las personas participen en ambos tipos de ecosistemas de manera parcial. Esta práctica desmotiva a los individuos y genera frustración. Es crucial establecer una estructura dedicada a cada enfoque