Cuando abordamos el concepto de portafolio, es común que nuestra mente lo asocie al gobierno de proyectos en una organización. Sin embargo, en la era de la agilidad, surge la pregunta de si este gobierno debería ser idéntico para proyectos tradicionales, caracterizados por procesos rígidos y requisitos fijos de tiempo, costo y alcance. Recordemos que uno de los principios fundamentales de la agilidad es «responder al cambio en lugar de seguir un plan», un concepto que puede ser doloroso para algunos, pero que comienza con un cambio de mentalidad. Ahora, aclaremos qué implica este cambio.
- Primer Punto: En un entorno ágil, el enfoque se centra en el crecimiento de productos y servicios. Los presupuestos se orientan hacia el producto y, en términos simples, se considera que todos los recursos destinados al producto son parte de su costo. Este costo se proyecta en función de la visión del crecimiento del producto, y ahí radica el presupuesto. La prioridad se centra en la creación de elementos que tengan un impacto directo en el negocio. ¿Pero es este enfoque aplicable en todos los casos? Según mi experiencia, la respuesta es no. Hay proyectos que pueden y deben gestionarse de manera tradicional, como la apertura de una sucursal, la implementación de una infraestructura o una migración compleja de datos. Estos proyectos requieren un análisis exhaustivo y se caracterizan por su durabilidad, lo que implica una baja incertidumbre.
- Segundo Punto: La medición de un producto difiere significativamente de la medición de un proyecto cerrado. En un producto, la atención se centra en cuántos elementos de valor se han creado, mientras que en un proyecto cerrado, la preocupación principal radica en no superar el presupuesto, cumplir con los plazos y alcanzar los objetivos inicialmente definidos. A pesar de que ambos implican presupuestos, su gestión y medición difieren sustancialmente.
Tercer Punto: Es esencial evitar la combinación de métodos. He presenciado situaciones en las que organizaciones intentan aplicar enfoques ágiles a proyectos tradicionales, lo que ha resultado en pérdidas significativas. Esto se debe a que se comprometen a cumplir con un presupuesto, plazo y alcance fijos, sin realizar un análisis adecuado de lo que se debe abordar bajo un enfoque ágil. En consecuencia, el proyecto está condenado al fracaso y acarrea pérdidas. La recomendación aquí es tener claridad sobre cuándo aplicar enfoques ágiles o tradicionales y contar con el entorno adecuado para cada uno. Cuarto Punto: Evitar que las personas participen en ambos tipos de ecosistemas de manera parcial. Esta práctica desmotiva a los individuos y genera frustración. Es crucial establecer una estructura dedicada a cada enfoque